UN GRAN TEMPLARIO: RAMÓN SA GUARDIA
Perteneciente
a la nobleza del Rosellón, Ramón Sa Guardia era hermano de Pons, señor de
Canet-en-Roussillon, y de Berenguer, obispo de Vich, en Cataluña, al mismo
tiempo que una hermana suya era abadesa de Santa María del Valdaura, al otro
lado de los Pirineos.
Admitido en la Orden del Temple en Zaragoza en 1274 por
Pedro de Moncada, llegó a ser preceptor de Masdéu (1292), después de Peñíscola
(desde julio de 1295 hasta marzo de 1298) y de nuevo de Masdéu.
Después del arresto de Exemen de Lenda, maestre de
Aragón, Ramón, en su calidad de lugarteniente, asume el mando de los templarios
de la región. Como soldado de Cristo,
no reconociendo otra autoridad que no fuese la del papa, Ramón ordena a sus
compañeros atrincherarse en sus castillos y resistir a ultranza con las armas
en la mano. Él mismo se encierra en el castillo de Miravet. En diciembre de
1307, Ramón escribe una carta al rey Jaime II de Aragón y a la reina Blanca de
Anjou, en la que recuerda a los soberanos que sus conquistas en España, así
como las de sus antecesores, son consecuencia del sacrificio y abnegación de la
Orden. Jaime responderá, en enero de 1308, obligándole a someterse a la
Inquisición, pero la respuesta de Ramón será una invitación a todos los
templarios supervivientes a defenderse con toda energía.
A la enésima advertencia, Ramón se declara dispuesto a
responder ante el papa, pero si las acusaciones son de herejía, él y sus
caballeros estarán preparados para morir con las armas en la mano en los
castillos conquistados a los moros con el precio de su sangre. Incluso, algunos
meses más tarde, Ramón repite que aceptará las decisiones del papa siempre que
sean canonicas et legitimas ya que,
en otro caso, serán las armas las que decidan. En noviembre, el rey de Aragón
redacta una recapitulación de Miravet a través de un documento que establece
una modalidad de rendición templaria de la forma más honorable posible, pero
Ramón no acepta, quiere una respuesta de la única autoridad que reconoce: la del
papa. Antes del verano de 1309, los castillos en poder de los templarios caen
uno tras otro bajo la persecución de las superiores fuerzas reales, pero sobre
todo para evitar derramamiento de sangre cristiana. El rey concede a Ramón
permanecer en Miravet pero el preceptor, que había sido conducido antes a
Lérida y después a Barcelona, pide al papa autorización para entrar en Masdéu
para compartir la suerte de sus compañeros.
El 20 de enero de 1310, el preceptor de Masdéu comparece
ante la comisión que debe juzgar a los templarios. Después de haber aconsejado
a sus propios compañeros para que dijeran solamente la verdad, responde a las
preguntas generales: Me llamo Ramón Sa
Guardia, caballero, preceptor de la casa de Masdéu, de la Orden de la
Caballería del Temple, en la diócesis de Elna; después responde a las
preguntas planteadas por los inquisidores.
A la primera pregunta: Si mantiene que la Orden del Temple ha sido instituida santamente y
aprobada por la Sede Apostólica y si, a pesar de eso, cada uno de sus miembros,
en el momento de su admisión o poco después, sin motivo alguno, con el
crucifijo vuelto, niega a Cristo Jesús como Dios, a la Virgen y a todos los
santos de Dios, según las instrucciones o las órdenes de los que le han
admitido. Ramón respondió: Todos esos
crímenes son horribles y extraordinariamente espantosos y diabólicos.
Otra pregunta: ¿No
se afirma que Cristo es un falso profeta? Respuesta: No creo que me pueda salvar si no es a través de Nuestro Señor
Jesucristo, que es la verdadera salvación de todos los fieles, que sufrió la
pasión por la redención del género humano y por nuestros pecados y no por los
suyos, porque jamás pecó y su boca jamás mintió.
Pregunta: ¿Acaso no
se escupe sobre la cruz y no se la pisotea? Respuesta: Jamás. Es para honrar y glorificar la Santísima Cruz de Cristo y la
pasión que Cristo se dignó sufrir en su gloriosísimo cuerpo por mí y por todos
los fieles cristianos, que yo llevo puesto, al igual que los demás caballeros
hermanos de mi Orden, un manto blanco sobre el cual está cosida y fijada la
venerable imagen de una cruz roja, en sempiterna memoria de la sagrada sangre
que Jesucristo derramó por sus discípulos y por nosotros sobre el madero de la
cruz que nos da la vida. Y añado que cada año, por Viernes Santo, los
templarios van sin armas, con la cabeza descubierta y los pies desnudos, para
adorar la cruz, de rodillas ante ella. Y esto es lo que cada año todos los
hermanos de la Orden, con ocasión de la fiesta de la Santa Cruz, en mayo y en
septiembre, dicen: “Nosotros te adoramos, Cristo, y te bendecimos a Ti, que con
tu santa cruz redimiste al mundo”.
A la enésima pregunta, respecto a la corrupción de las
costumbres sobre las que la Orden estaba siendo acusada, Ramón la rebate con la
máxima energía: Según los Estatutos de la
Orden del Temple, aquél de nuestros hermanos que cometiere un pecado contra
natura perdería el hábito de nuestra
Orden y, con grilletes en los pies, con una cadena al cuello y con las manos
esposadas sería arrojado a prisión de por vida, alimentado con el pan de la
tristeza y bebido con el agua de la tribulación para el resto de su existencia.
Preguntado acerca de su recibimiento en la Orden,
precisó: Fue el hermano Pedro de Moncada,
ahora maestre y preceptor de Aragón y Cataluña, quien me acogió como un hermano
en la Orden del Temple, en la capilla de la Casa de Zaragoza, el domingo
siguiente a la fiesta de san Martín, hace ya casi 35 años, en presencia y con
la asistencia de Guillermo de Miravet, de G. de Montesquiou, de Arnaldo de Timor,
de Ramón de Monpavo, hermanos todos ellos de la Orden del Temple, así como
otros varios de la misma Orden que ya han fallecido.
En marzo del 1314, el procurador del rey de Mallorca, por
orden del Arzobispo de Tarragona, que absolvió a los templarios de todos los
delitos imputados, decretó que Ramón Sa Guardia pudiera residir de por vida en
Masdéu con fines no comerciales. A partir del mes de octubre de ese mismo año,
se fijó la asignación de una cantidad de dinero, que se abonada cada cuatro
meses, a beneficio de todos los templarios residentes en la antigua preceptoría
de Masdéu. Un censo prioral, realizado por los caballeros de la Orden de San
Juan en noviembre de 1319, confirma que en Masdéu viven dieciséis templarios
con derecho a pensión. Ramón Sa Guardia debió de morir en el primer semestre de
1320 porque no figura en un documento datado el 13 de junio de ese mismo año,
en el cual nueve templarios supervivientes firman un recibo de todo cuanto les
corresponde. Es éste el último documento en que aparecen los hermanos de
Masdéu.
Publicado en Tradizione
Templare el 9-11-13
Traducido al español por dom.
Pedro López